En Colombia, una enfermedad de alto costo se refiere a una patología que implica un gasto catastrófico para el sistema de salud, la persona que la padece y su familia. Esto ocurre porque requiere diagnósticos, tratamientos y tecnologías de salud altamente especializados, que suelen ser muy costosos y prolongados en el tiempo.
A continuación, compartimos algunos aspectos importantes que debes conocer para entender lo que significa enfrentar una enfermedad de alto costo y cómo impacta a los pacientes y su entorno.
Los gastos que generan estas patologías no se limitan únicamente al tratamiento médico, sino que abarcan diferentes niveles que a menudo se subestiman:
Incluyen el valor de medicamentos, procedimientos médicos como cirugías, radioterapias o quimioterapias, exámenes de diagnóstico (resonancias, tomografías), hospitalizaciones y consultas con especialistas. Estos son los costos más visibles y significativos de una enfermedad de alto costo.
Se relacionan con los gastos no médicos que impactan la vida diaria del paciente y su familia. Aquí se encuentran los transportes para asistir a citas, el alojamiento cuando se debe viajar a otra ciudad, la alimentación especial, la adecuación de la vivienda (sillas de ruedas, barandas, pasamanos), la contratación de un cuidador especializado e incluso la pérdida de ingresos del paciente o del familiar que asume su cuidado..
Son los más difíciles de calcular, pero no por ello menos importantes. Una enfermedad de alto costo también conlleva un fuerte impacto psicológico y emocional: el sufrimiento, la disminución en la calidad de vida y el desgaste silencioso que muchas veces viven los cuidadores y familiares cercanos.
Dependiendo del tipo de enfermedad de alto costo y del estado en el que se encuentre el paciente, se hace necesario mantener ciertas actividades que la persona realizaba de manera independiente, como administrar dinero, pagar obligaciones bancarias o servicios públicos. Estas responsabilidades recaen en el cuidador, lo que aumenta la carga emocional y económica.
Por esta razón, es clave alcanzar consensos familiares y organizar los recursos para que el paciente no sufra carencias básicas como alimentación, vestuario o el cumplimiento de sus compromisos financieros. Una buena planificación puede marcar la diferencia en el manejo de una enfermedad de alto costo.
Enfrentar una enfermedad de alto costo va mucho más allá de los tratamientos médicos. Implica asumir una serie de costos directos, indirectos e intangibles que afectan la estabilidad económica, emocional y social de los pacientes y sus familias.
Comprender estas realidades permite generar conciencia, planear mejor y brindar el apoyo necesario para sobrellevar de la mejor forma posible una enfermedad de alto costo.
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